Hoy en día, cuando pensamos en el mejor café a nivel internacional, se nos viene a la mente el más caro y buscado por los amantes y expertos, que es el café Geisha producido en Panamá. Esta variedad se cosecha y produce desde hace años en diferentes fincas en Tierras Altas de Chiriquí.

Una de las familias que han ostentado los premios más importantes en la industria cafetalera internacional en los últimos años es la familia Lamastus, quienes contribuyen con su empeño por mejorar cada año el resultado de la producción de su café especial con la variedad Geisha (proveniente de Etiopía) que logra adquirir sabores más fuertes al ser sembrado en las fértiles tierras chiricanas, en la altura indicada y con un microclima único, creando la más rica taza de café.
La familia Lamastus ha logrado batir récords, por la calidad de sabores que se puedan probar en una taza, posicionando a Panamá como el país con el café más cotizado en el mercado especializado de este producto.
The Visitor / El Visitante conversó con Wilford Jr. Lamastus, perteneciente a la cuarta generación que está involucrada en la industria del café, quien nos expresa en cada palabra el orgullo de continuar con el legado de “Lamastus Family Estates”.

La empresa familiar tiene 103 años. ¿Qué hace de la historia familiar Lamastus la diferencia y el éxito en la industria del café?
“Mi bisabuelo había llegado para la construcción del Canal, y años más tarde funda la finca donde se sembraba café, y se dedica a la exportación. Mi bisabuela quedó viuda, pero continuó cultivando y exportando café y mi abuelo hizo lo mismo. Cada uno fue aportando algo en la evolución de la industria del café. Fuimos evolucionando de vender café de manera local a exportarlo. Luego vino el sistema de cuotas, mi abuelo fue uno de los representantes de Panamá en la International Coffee Organization, que era de una manera de exportación de café comercial no de especialidad.
Sin embargo, en 1991 Panamá entra en una crisis muy fuerte de café. Años después, se habían roto los acuerdos de exportación por cuotas, y tocó reinventarse. Mi padre fue quien tuvo la visión de reinventarse, y convertir a Panamá en un productor de café especial, ya que como comercial no teníamos capacidad para competir contra países con volúmenes de producción mucho mayores. Ahí fue cuando Panamá empezó a producir café especial para mercados más exigentes. Esto empieza en 1995 con la Asociación de Café Especiales de Panamá, donde mi padre fue uno de los primeros fundadores, y también fue proponente de crear este movimiento, donde Panamá es el #1 en el mundo por puntaje de calidad, precio por libra, pero también ha sido influyente a nivel mundial por poner a los productores a reinventarse para poner sus productos especiales a vender a un mayor margen o valor de lo que el producto puede generar.

Nueve años más tarde de crearse la asociación, fue descubierta la variedad Geisha por unos colegas en Panamá. Se descubrió por la calidad que hay en la taza, no por la variedad que ya era conocida. Esto hace que Panamá haya demostrado tendencia en diferenciación sobre el resto del mundo por cómo una variante de café pega diferente. Esta variedad fue replantada en muchas fincas del país, lo que hace que todos tengamos la oportunidad de posicionarnos como #1 en el mundo.
En los años 2015 y 2016, llegamos a tener los premios más importantes y los puntajes más altos en el país y a nivel mundial. Rompimos el récord tres veces consecutivos. A veces gana uno u otros, pero productores locales de Geisha que se han posicionado de forma colectiva como el café especial del mundo por evaluaciones internacionales y por precios de subastas que lo determinan compradores de Norteamérica, Europa, Asia y Medio Oriente”.

Diríamos que el país debe tomar su ejemplo de poder reinventarse…
“Panamá tiene que descubrir y entender qué somos. En café somos un país que no estamos para competir en cantidades, todos nuestros vecinos tienen mayor productividad por terrenos. Panamá debe ser especializado en casi todo lo que hace, porque en pocas cosas podemos competir por cantidad”.

¿Cuál es la fórmula para que cada nueva generación continúe el camino y se introduzca en el crecimiento?
“Desde que somos jóvenes nos llevan a participar en las actividades laborales. No solo nos llevaban a trabajar, a mi me llevaban a jugar entre los cafetales. Nosotros veníamos con la tradición – porque a mi abuelo le gusta la fotografía – de tomarnos una foto familiar en el cafetal cuando floreaba el café. Todo eso se va arraigando en nosotros.
También debemos estar pendiente de las nuevas tendencias del mundo, porque si seguimos en lo mismo no va poder ser sostenible. Mi padre sigue activo, hace unos años me dijo que debíamos pensar en el turismo porque generaba ingresos importantes. Así hemos ido evolucionando juntos. Tal vez mi generación vea otras cosas como crear marcas, manejar las redes en la comunicación, y el permite que yo aporte. Así mismo también vemos innovación en crear nuevos sabores de café a través de sus procesos, usando la naturaleza a nuestro favor, combinando la vieja escuela con la actual. No solo es sentirse heredero de, sino sentirse parte de, y ser quienes traigan la evolución. Así mismo cuando tenga a mis hijos y sobrinos, algunos de ellos van a querer entrar al negocio y hacerlo de la mejor forma posible.
Hoy en día en la quinta generación Lamastus, hay un sobrino de cinco años, cada vez que ve que se prepara el café, hace preguntas y le gusta ir a la finca. Está en su ADN”.

¿Cuando un estadounidense, europeo o asiático prueban una taza de café producido en su finca, qué le dice esa taza de café a ellos acerca de Panamá?
“El café panameño Geisha (de cualquier finca de Panamá), siempre será lo más caro en un menú de café en cualquier parte del mundo. Hay otros cafés panameños que son caros también. Cuando esas cosas pasan, viniendo de un pueblo bastante pequeño rural, y vemos como en ciudades como en New York, Los Angeles, Shangai, Tokyo, Korea, ven el café de Panamá como el más importante y el más caro, para ellos es muy importante que al comprar, el paquete diga Panamá. Uno siente un orgullo muy grande porque estás exportando el nombre del país de la mejor manera posible.
¿Qué puedo decir de los que prueban cuando toman café de Panamá? que tiene un efecto diferenciador. Nuestra condición geográfica es única, somos un país acostado entre dos océanos, el trópico, nuestra biodiversidad natural, todo eso lo está probando quien adquiere una taza de café. Un experto nos dijo que no solo es probar la naturaleza y el clima a su alrededor. Es también la gente y la cultura que ha aportado mucho en este café, la gente que vino a trabajar al Canal, así como los indígenas Ngobe y Españoles; el cliente prueba esa unidad, colaboración, así como la naturaleza y cultura”.

Cómo el café Geisha ha apoyado a la marca país? ¿Cómo cree que podríamos hacer para potenciarla más a nivel internacional?
“El café ha hecho que la gente de otros países empiecen a escuchar el nombre del país de otras maneras y se pregunten qué hay en Panamá, es una manera en que el Geisha contribuye con el país y lo vean como un atractivo turístico. Hay un nicho en los amantes y especializados en el café. ¿Qué podemos hacer? Hablar y escribir de eso, que cada gobierno lleve de regalo el café Geisha de Panamá a otros países, para que las personas tengan conocimiento que en Panamá tiene una zona de café. Tanto los gobiernos, publicitarias como medios de comunicación busquemos la manera de llevar la comunicación a nivel internacional.






